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3 oct 2012

El legado, el ejemplo, el Testamento de Morazán




Sus ideas debieron  dar vueltas en la cabeza de Pablo Neruda cuando  escribió: “Alta es la noche y Morazán vigila” en Canto General. Las estatuas hoy reciben ramos y coronas de flores por América, actos solemnes en la tumba del  Salvador.  Un día  como hoy  nacía Francisco Morazán, los soldados de Honduras se roban esta fecha para celebrarse ellos mismos como “Día del Soldado”, mentiras, hoy es día de Morazán.

Cuando tuve en mis ojos para después pasar a mi mente el Testamento de Morazán  cuyo legado debe impregnarse en todos los ciudadanos, su valor, su estoicismo, su valentía, su amor todo resumido en esas palabras, últimas palabras antes de ser fusilado, me dejó helado convirtiéndose mi piel lisa en  piel de gallina, después me di cuenta que era parte de la normalidad los que leen a Morazán  buscando un poco la historia usurpada.

Primero a los que lo acusaban de anticristo y  diablo, dedica  estas palabras: “En nombre del autor del  universo en cuya religión muero”  su delito;  abolición del diezmo, educación laica. Y estas lapidarias palabras las cuales debieron ser la razón para maquinar su muerte: “ni el oro del Río Guayape, ni las perlas del Golfo de Nicoya, volverán a adornar la corona del Marqués Aycinena, ni el pueblo centroamericano verá más esta señal oprobiosa de su antigua esclavitud; pero si alguna vez brillase en su frente este símbolo de la aristocracia, será al blanco de los tiros del soldado republicano…” (Manifiesto de David)  los aycinena de hoy son los Ferrari, Facussé, Canahuati, Nasser y Flores desgraciadamente  los soldados de hoy se ponen al servicio de ellos. “Miserables peones de la aristocracia” pero “Alta es la noche y Morazán vigila” pronto les llegara su hora.

El cuerpo, la materia nació un 3 de octubre, pero realmente Morazán nació el 15 de septiembre de 1842 día de su fusilamiento.
A tres horas de entregarse al orificio de balas traicioneras llevándonos la patria entera a la tumba pero que hoy muchos estamos dispuestos a resucitar les dejo estas palabras, un legado que debe palpitar al ritmo de nuestros corazones, el

Testamento de Morazán:
San José: 15 de septiembre de 1842 – Día del aniversario de la independencia cuya integridad he procurado mantener.

En el nombre del autor del universo en cuya religión muero.
Declaro: Que todos los intereses que poseía, míos y de mi esposa, los he gastado en dar un Gobierno de Leyes a Costa Rica, lo mismo que dieciocho mil pesos y sus réditos, que adeudo al señor General Pedro Bermúdez.

Declaro: Que no he merecido la muerte, porque no he cometido más falta que dar libertad a Costa Rica y procurar la paz a la República. De consiguiente, mi muerte es un asesinato, tanto más agravante, cuanto que no se me ha juzgado ni oído. Yo no he hecho más que cumplir las órdenes de la Asamblea, en consonancia con mis deseos de reorganizar la República.

Protesto que la reunión de soldados que hoy ocasiona mi muerte, la he hecho únicamente para defender el departamento de El Guanacaste, perteneciente al Estado, amenazado, según las comunicaciones del Comandante de dicho departamento, por fuerzas del Estado de Nicaragua. Que si ha cabido en mis deseos el usar después de algunas de estas fuerzas para pacificar la República, solo era tomando de aquellos que voluntariamente quisieran marchar, porque jamás se emprende una obra semejante con hombres forzados.

Declaro: Que al asesinato se ha unido la falta de palabra que me dio el comisionado Espinach, de Cartago, de salvarme la vida.

Declaro: Que mi amor a Centroamérica muere conmigo. Excito a la juventud, que es llamada a dar vida a este país que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de morir con firmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se encuentra.
Declaro: Que no tengo enemigos, ni el menor rencor llevo al sepulcro contra mis asesinos, que los perdono y deseo el mayor bien posible.

Muero con el sentimiento de haber causado algunos males a mi país, aunque con el justo deseo de procurarle su bien; y este sentimiento se aumenta, porque cuando había rectificado mis opiniones en política en la carrera de la revolución, y creí hacerle el bien que me había prometido para subsanar de este modo aquellas faltas, se me quita la vida injustamente.

El desorden con que escribo, por no habérseme dado más que tres horas de tiempo, me había hecho olvidar que tengo cuentas con la casa de Mr. M. Bennet, de resultas del corte de maderas en la Costa Norte, en las que considero alcanzar una cantidad de diez a doce mil pesos, que pertenecen a mi mujer en retribución de las pérdidas que ha tenido en sus bienes pertenecientes a la hacienda de Jupuara, y tengo además otras deudas que no ignora el señor Cruz Lozano.
Quiero que este testamento se imprima en la parte que tiene relación con mi muerte y los negocios públicos.  Francisco Morazán.

                       “Tranquilícese amigo, no se acongoje, morir hoy o mañana es lo mismo.” (Morazán)

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